miércoles, 11 de febrero de 2009

Sobre el estándar y la norma -Alejandro de la Cruz Diago-

No se puede unificar una lengua ni crear una variedad estándar para todos los hablantes, ya que es técnicamente imposible. Esta frase resumiría el texto de J.A. Pascual y E. Prieto, acerca del estandar y la norma, el cual está dividido en dos partes: la primera, acerca de la llamada “variedad estándar” que abarca más de la mitad del texto, y la segunda a propósito de la norma.

A lo largo de este texto, vemos como las distintas variedades de la lengua afectan a la sociedad en varios ámbitos, ilustrándonos esas manifestaciones con elementos cotidianos como tertulias o redacciones periodísticas, donde se ponen de manifiesto, las incapacidades de expertos y trabajadores del lenguaje a la hora de transmitirlo a la sociedad, que de algún modo muerde el anzuelo y cae en los mismos errores. También pone en evidencia la continua, pero insulsa, lucha entre filólogos para decidir los estándares de una lengua. Otra cosa sobre la cual se hace hincapié es el tema de los xenismos o extranjerismos, y cómo la lengua española en particular, ha ido adaptando estos vocablos a fin de hacerlos manejables para la sociedad.

La segunda parte del texto, aquella en la que se habla acerca de la norma, profundiza en el mal uso común de palabras y en la confusión existente en cuanto a ciertos términos; para ello recurren a ejemplos de paronomasia como uncida y ungida; o de locuciones mal formuladas (entre la espalda y la pared). También se reflejan vocablos que debido a su continuo uso entre un grupo social determinado mayoritario y posterior aceptación de este grupo, han sido finalmente aceptados por los académicos.

En definitiva, los problemas de un idioma se deben resolver mediante la actuación de los gramáticos y filólogos y el acatamiento de las leyes lingüísticas por parte de la sociedad.

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