miércoles, 25 de febrero de 2009

Los periodistas ante el idioma - Alejandro de la Cruz Diago

Las agresiones contra la lengua castellana realizadas por algunos periodistas provocan que algunos filólogos quieran realizar una Ley de Defensa del Idioma. Sin embargo, esa Ley sería insulsa, ya que la mayoría de los hablantes de una lengua poseen una gran ignorancia en cuanto a cuestiones lingüísticas se refiere.

No obstante, el periodista debe de manejar el idioma como algo fundamental en su trabajo, ya que su dominio del lenguaje debe de ser más amplio que el del lector común. Sin embargo muchas veces se clama por los desatinos lingüísticos de los profesionales de la información, por el mero hecho de estar a la vista de la opinión pública; pero eso es erróneo, ya que la gran mayoría de las veces hacen un excelente trabajo con la lengua.

La gran cantidad de traspiés en el lenguaje que ha cometido la profesión periodística en sus últimos años viene reflejada en algunos ejemplos que los periodistas han adaptado del registro de la lengua oral. Por ejemplo: las confusiones de género entre los vocablos, la confusión entre los adverbios comparativos mayor que, menor que o mejor que; o el mal uso que hacen de determinadas formas verbales, como el gerundio o la voz pasiva, además del desconocimiento de la homonimia. Todo ello se debe a la imposición de clichés, que han suplantado las formas verbales y naturales del idioma.

Pero no sólo en el periodismo escrito se porducen este tipo de fallos. También el periodismo locutado es partícipe de fallos de entonación, con constantes acentuaciones de los sustantivos en lugares no apropiados, las sinalefas en algunos nombres propios (menciona el ejemplo de San Lorenzo de El Escorial) o los intentos de imitación de pronunciación de los xenismos y topónimos foráneos, denominados españolizaciones fonéticas.

En definitiva, el mantenimiento de la unidad lingúistica es algo que desea toda la comunidad de hablantes, y que empieza por el aprendizaje (de calidad, riguroso y donde todos los estamentos educativos pongan de su parte) desde los colegios hasta la Universidad. No obstante, los periodistas hasta que llegue esa generación deberían usar dos sistemas: la presencia en un Seminario Permanente de Lengua Española y la presencia en las redacciones de los diarios y emisoras de radio y/o televisión de un asesor lingüístico

miércoles, 18 de febrero de 2009

-Género y número gramaticales: vocablos latinos

La lengua castellana, al ser fruto del latín, ha dado pie a gran cantidad de palabras, términos y expresiones en ese idioma que han sido adaptadas al castellano, manteniendo su escritura y pronunciación o adaptándola en otros casos.

La lengua latina en los ámbitos profesionales

Las expresiones latinas* son conjuntos de palabras (generalmente sintagmas preposicionales) que se suelen utilizar para describir una situación o una realidad. Muchas de estas expresiones tienen un carácter jurídico y, hoy en día, se siguen usando en el ámbito del Derecho; como es el caso de in dubio pro reo cuyo significado es el de en caso de duda, a favor del acusado o de iure, que quiere decir de acuerdo con la ley. Pero no sólo en el Derecho tienen cabida estas expresiones; la Iglesia durante más de 1700 años ha conservado el latín en sus ritos, y prueba de ello son expresiones como Ad maiorem Dei gloriam (A la mayor gloria de Dios) o Agnus Dei (Cordero de Dios). Actualmente, toda esta amalgama de expresiones se sigue utilizando en la actualidad en esos ámbitos.

El español actual y el latín

El latín también ha pervivido en el lenguaje actual, y prueba de ello son palabras como ultimátum, referéndum, accésit o déficit, procedentes del latín y que han sido adaptadas al castellano gráficamente. No obstante, los plurales de estas palabras pueden variar, ya que los vocablos latinos suelen tener una regla fija de formación de los plurales: ya que palabras como las mencionadas anteriormente añaden una -s al final del término para formar su plural. No obstante, hay excepciones como la palabra álbum, que forma su plural con -es o el sintagma nominal los currículum vitae.

Errores más frecuentes en expresiones latinas**

Finalmente, vamos a comentar los errores que se dan en el castellano al decir expresiones latinas. Uno de los errores que cometemos al hablar, es cuando decimos la expresión grosso modo, que se utiliza incorrectamente, con más frecuencia de la deseada, con la preposición a delante de la expresión. Este fenómeno debe de erradicarse por completo, ya que denota un gran desconocimiento del latín, perjudicial para nuestra lengua.

Bibliografía consultada
* http://www.wikilengua.org/index.php/Latinismos
**http://misvaguedades.blogspot.com/2007/07/el-talibn-lingstico-grosso-modo.html

miércoles, 11 de febrero de 2009

Sobre el estándar y la norma -Alejandro de la Cruz Diago-

No se puede unificar una lengua ni crear una variedad estándar para todos los hablantes, ya que es técnicamente imposible. Esta frase resumiría el texto de J.A. Pascual y E. Prieto, acerca del estandar y la norma, el cual está dividido en dos partes: la primera, acerca de la llamada “variedad estándar” que abarca más de la mitad del texto, y la segunda a propósito de la norma.

A lo largo de este texto, vemos como las distintas variedades de la lengua afectan a la sociedad en varios ámbitos, ilustrándonos esas manifestaciones con elementos cotidianos como tertulias o redacciones periodísticas, donde se ponen de manifiesto, las incapacidades de expertos y trabajadores del lenguaje a la hora de transmitirlo a la sociedad, que de algún modo muerde el anzuelo y cae en los mismos errores. También pone en evidencia la continua, pero insulsa, lucha entre filólogos para decidir los estándares de una lengua. Otra cosa sobre la cual se hace hincapié es el tema de los xenismos o extranjerismos, y cómo la lengua española en particular, ha ido adaptando estos vocablos a fin de hacerlos manejables para la sociedad.

La segunda parte del texto, aquella en la que se habla acerca de la norma, profundiza en el mal uso común de palabras y en la confusión existente en cuanto a ciertos términos; para ello recurren a ejemplos de paronomasia como uncida y ungida; o de locuciones mal formuladas (entre la espalda y la pared). También se reflejan vocablos que debido a su continuo uso entre un grupo social determinado mayoritario y posterior aceptación de este grupo, han sido finalmente aceptados por los académicos.

En definitiva, los problemas de un idioma se deben resolver mediante la actuación de los gramáticos y filólogos y el acatamiento de las leyes lingüísticas por parte de la sociedad.

Sobre el estándar y la norma -Ignacio Casado Chozas-

En este texto se puede ver que es algo descabellado intentar que todos los hablantes de una misma lengua se expresen de la misma manera, ya que existen diferentes formas de expresarse (en función de la situación geográfica) y no sabemos a ciencia cierta cuál es la más correcta. Existe una corriente a favor de crear una única forma de hablar, pero esa única forma de hablar es la de los impulsores de esta idea, y esto significaría dejar fuera al resto de las formas de hablar e infravalorarlas. La lengua es una herramienta muy importante para el hombre en el proceso de comunicar, que deberá mejorar y evolucionar conforme a los cambios que se produzcan en la sociedad y adaptarse a los cambios y la entrada de las nuevas tecnologías en la nueva era tecnológica, donde los cambios influyen de forma decisiva en la lengua.
Puesto que la lengua debe evolucionar y perfeccionarse, la cuestión a debatir es la manera llevar a cabo ese perfeccionamiento y por medio de que vías. Es normal que entre las lenguas de cultura se distingan diferentes formas de hablar de estas que se utilizan en relaciones formales y sobretodo en la escritura. Esta lengua que se utiliza en estas ocasiones es la llamada lengua estándar, y dice de ella que es la forma hablada en situaciones formales, que suele ser la lengua oficial del estado y que es hablada por personas imponiéndose a las variedades geográficas que puede haber entorno a la estándar.
Por lo tanto cuando más se acerque una lengua a su estándar, habrá un mayor nivel de perfección y evolución. Pero hay que decir que no existe la lengua ideal, por lo que habrá por siempre diversas variaciones de las lenguas que mucha gente acusa de no ser adecuadas. Estas variaciones incorrectas aparecen por la necesidad de utilizar la herramienta que es la lengua, en un lugar y momento determinado. Estas variaciones hacen que la lengua sea más rica y más útil, ya que se puede utilizar en un mayor número de ocasiones.Debido a las diferentes variedades que tienen la lengua, debemos intentar luchar para darle un uso correcto para que así sea una lengua más rica, mediante el conocimiento de nuestra propia lengua. Lo que queda claro es que la lengua perfecta no existe, y siempre habrá variaciones y debemos intentar hacer el mejor uso de ella posible.

Sobre el estándar y la norma -Ayoze Álvarez Cartaya-

Aunque se intente establecer la lengua sobre una base científica, que la estandarice, la unifique, y la convierta en única y exclusiva en un determinado espacio y en un determinado tiempo, esto es, sencillamente imposible. No hay una unificación entre los hablantes que consiga establecer la diferencia entre los que hablan bien (que siempre dirán que hablan bien) y los que hablan diferente a los que afirman que hablan bien (pues también dirán que hablan bien). Solo puede dirigirse un código, que estipule una norma aunque sea una sola teoría sin legitimarla científicamente, un código acientífico.
Una lengua se suele “propagar” sobre otras, siendo la única oficial, convirtiéndose en la lengua que todos deben de hablar y respetar, la que se debe usar a la hora de escribir, una lengua en definitiva societaria. Es esta lengua la que recibirá el sobrenombre de “estándar”.
Pero no se puede hablar de “lengua estándar” sin pasar por alto matizaciones y puntos a clarificar, dada la dificultad de la lengua a la hora de coexistir en una sociedad. La vida real de las personas es muy diferente, y todas distan de llegar a ser modelos de referencia, para que la inmensa mayoría los acate. Se cae a menudo en una imperfección, de la cual la lengua hace eco. Si no hay una base sólida donde asentar la lengua, para que esta sea “perfecta”, no lo será, y como esta base, que debe de darse en la sociedad, no existe, no podrá ser así bajo ninguna circunstancia. La diversidad de la vida real obliga a pensar, que no todos comparten el mismo punto de opinión sobre una lengua común, una lengua que represente a todo el mundo, no hay una “lengua nuestra”, puesto que no todos los individuos piensan de esta manera tan generalizada. Por eso, cuando se habla de “lengua estándar”, hay que ver que el cariz que contiene la expresión no puede, bajo ningún concepto, convertirse en una tiranía sobre los diversos dialectos y códigos coexistentes, puesto que estos, representaran a pequeñas minorías, serán estos los que se conviertan en su lengua común, y no hay por qué no respetarla.
Por ser la lengua estándar, la común, no significa que esté bien, puesto que las lenguas se deben legitimar, tanto en el respeto, como en lo objetivo de su contenido.
Pese a todo, quien se afana en conseguir que una lengua se sustente en un código, se encuentra con la seria dificultad de intentar corregirla una y otra vez, de controlar un elemento salvaje y vivo, que no siempre responde a los mismos estímulos. La lengua la hablan las personas, y las personas viven y conviven en ambientes muy distintos. Son las personas quienes forman el lenguaje. A pesar de que una ley decrete que el uso de una palabra sea tal, y no sea cual, la validez de esa ley no depende de nadie salvo de los hablantes. Pero hay que regirse por una norma. Cuando se crea la norma hay que acatarla, que no significa dejar de lado nuestro propio dialecto o nuestra lengua aunque no sea la común, pero si respetar la norma en la coordenada de la oficialidad.
Aunque el ámbito lingüístico sea de continuos vaivenes y de idas y venidas bruscas, se trabaja de forma comprometida y dura por mejorarlo. La riqueza de la lengua se basa en la diferencia, pero también se basa en que todos, sea cual sea nuestra lengua, logremos comunicarnos.

Problema lingüístico: Los xenismos

Un extranjerismo es aquel vocablo o frase que un idioma toma de otro, generalmente para llenar un vacío de designación. Puede mantener su grafía y pronunciación originales o puede adaptarlas a las de la lengua meta. A estas palabras también se las conoce en español como xenismos o préstamos lingüísticos.

La gran mayoría de los xenismos que se forman actualmente vienen y se forman con palabras del inglés; aunque también se recurren a ciertos vocablos del latín o del griego. Actualmente, para identificar la gran cantidad de préstamos a los que está recurriendo el idioma castellano, la Real Academia ha creado el Diccionario del Español Urgente, donde aparece una gran cantidad de extranjerismos para casos de duda; no obstante, la RAE ya ha dictado el modo de escritura de algunos términos, como pueden ser los anglicismos póster y gángster, cuyos plurales se deben escribir con la terminación -es, en lugar de -s.

TIPOS DE EXTRANJERISMOS
Los extranjerismos, como ya hemos dicho, son nuevas palabras creadas a partir de formas y significados tomados de otras lenguas. Y existen distintos tipos en función de su forma y de su origen.

En función de forma se clasifican a partir de cómo se hayan formado y estructurado. Y existen tres tipos:

Préstamo léxico: se adopta la forma y el significado de una unidad lingüística perteneciente a otra. La adopción implica una adaptación de la pronunciación original y, casi siempre, de la representación ortográfica.
Ej. Football------ fútbol
Scanner------escáner
Préstamo semántico: se adopta el significado de una palabra extranjera para una forma ya existente en la lengua receptora.
Ej.Mouse------- ratón
Window------- ventana
Calco semántico: se adopta el significado de una palabra traduciendo el significante a la lengua receptora.
Ej. Top secret-----alto secreto
Acid rain---------lluvia ácida

También están los extranjerismos en función a su origen: según provengan de Inglaterra (anglicismos), Francia (galicismos), Alemania (germanismos), Portugal (lusismos), Cataluña (catalanismos), Italia (italianismos) y países árabes(arabismos).Estos son los extranjerismos más comunes en el castellano, sobretodo anglicismos, galicismos y germanismos(estos en menor medida)



LOS EXTRANJERISMOS E INTERNET

La mayoría de los extranjerismos, aunque algunos pocos logren establecerse como una palabra local más, suelen ceñirse en un grupo que responde a características técnicas, precisas y concretas.

Internet es uno de estos grupos, pero la globalización del fenómeno comunicativo y de la banda ancha a casi todos los hogares, empresas y cualquier plataforma pública o privada, ha cargado el vocabulario de extranjerismos que aceptamos y usamos como palabras tan normales y castellanas como otras cualesquiera.

La propia palabra Internet es un extranjerismo global, es decir, un vocablo que ha calado de manera universal, cosa que pocas palabras llegan a conseguir (un ejemplo es taxi).
Paralelamente a Internet, se ha asentado la palabra “web”. Palabra que ha tomado el género femenino (la web, una web) sin ningún problema entre los hablantes. Entre Internet y la “web” sale a la luz el blog, al que no le ha supuesto problema alguno crear su familia rápidamente, así encontramos bloguero, o blogosfera. Una de las acciones de uso más frecuente en Internet, es utilizar el chat, que como el blog no ha tardado en crearse su propia acción, su propio verbo: chatear (hay que puntualizar, que chatear como verbo ya existía antes de crearse este último, y significa consumir “chatos”, pequeños vasos de vino. Esto pone en entredicho el debate de si los extranjerismos cuando usurpan palabras con distintos significados locales deben ser aceptados o no)

Pero de la misma forma que Internet impone sus reglas, a veces una lengua también contraataca. Es el caso del declive del e-mail por el nuevo y cada vez más fuerte resurgir del correo, o el famoso y endiablado firewall, que nada tiene que hacer contra su homologo castellano, el cortafuegos.

Y así el habla popular avanza. Hoy se escuchan estos extranjerismos a todas horas, pero quizás mañana no. De hecho, ya nadie sube archivos a Internet, ahora todo el mundo los cuelga.


CONCLUSIÓN
Los extranjerismos no cambian una lengua. La enriquecen, y cuando llegan es porque se necesitan. Si no existiese un ente material o abstracto que no tuviese una definición en una lengua cualquiera, se tornaría necesario que otra palabra. De todas formas, la lengua es sabia, y no porque en un territorio se adopte otra frase, u otra expresión, se va a perder la tradición. El mundo avanza y la lengua con él.


Links:
http://liceu.uab.es/~mestre/A1/dossier-neologismos.pdf
http://es.wikipedia.org/wiki/Extranjerismo
http://librodenotas.com/romanpaladino/15352/internet-y-extranjerismos
http://librodenotas.com/romanpaladino/15352/internet-y-extranjerismos

Sobre el estándar y la norma -José Luis Castillejo-

Resulta evidente que nuestra lengua no posee una ley específica que determine cuál es la forma correcta de hablar o de redactar. Ante esta realidad, es costumbre intentar generalizar una lengua común entre todos los individuos, expresarse de la misma manera y con los mismos registros y conseguir crear un leguaje que identifique a todos por igual. Pero obviamente esta es una realidad utópica, puesto que para lograr este objetivo, la totalidad de las personas sostienen una visión muy diferente de lo que debe considerarse una legua común y correctamente hablada, y como es evidente, ningún individuo goza del raciocinio adecuado para afirmar que su ortografía o su expresión oral son las verdaderamente fiables y correctas para que todos nos ciñamos a ellas.

Por lo tanto resulta incuestionable que el problema del lenguaje se caracteriza por una complejidad que va más allá de las simples opiniones o creencias de cualquier persona. Hasta aquí es necesario aclara dos conceptos importantes, el primero es que en la vida real no existe la perfección y por consiguiente tampoco existirá un lenguaje o habla perfecto, en el que se manifieste la imposibilidad de cuestionar ninguna de sus normas y principios. El segundo aspecto a clarificar, es que se entiende por “nuestra lengua”, ya que no todos consideran como propio el mismo lenguaje. En esta reseña, se deriva de nuevo como natural e indiscutible, que en nuestro marco social existen y conviven multitud de variedades lingüísticas sobre las cuales, generalmente se designa a una o varias lenguas como las oficiales de la región. Esta consideración de elevar una lengua determinada sobre otros dialectos coexistentes no quiere decir, ni mucho menos, que tales dialectos se deban considerar como secundarios o caracterizarlos con una menor importancia, en lo que al contenido lingüístico se refiere, ya que es indudable que de la misma manera se trata de hablas comunes entre determinados habitantes. Aquella lengua que esta alzada por encima de otras recibe el nombre de lengua estándar, y se caracteriza por ser la empleada para relaciones oficiales o la que aplica en el ámbito escrito. A pesar de ser la lengua estándar manejada en la mayoría de los actos, no escapa ante el problema planteado anteriormente, mantiene una serie de carencias que evidencian que existen multitud de fallos de los que los individuos se sirven en el día a día, y en ese compendio de individuos nos incluimos todos.

Una vez aclarado y tomado conciencia de este problema, surgen aquellas personas que ponen todo su afán en intentar corregir y mejorar el lenguaje, aunque esta es una tarea ardua y requiere gran dedicación. Tarea ardua porque en muchas ocasiones tendemos a considerar que el simple hecho de que existan un cierto orden lingüístico en lo se refiere a la clasificación de un conjunto de palabras o unas normas concretas, este problema adquiere una dimensión mayor y está por encima de estos simple hechos.
La labor de aplicar un significado concreto a una palabra o hacer que esta se redacte de una manera específica es un proceso difícil de argumentar, y es difícil puesto que una palabra no poseerá una significación distinta por el hecho de que se escriba de manera diferente a la que la norma considera. De hecho, la palabra estándar que se emplea en este escrito, toma un significado diferente según la persona que la emplee o que haga uso de ella en un determinado momento.
Se hace necesario mantener una postura ambigua y dudar de todo aquello que compete a las lenguas, no se puede considerar al estándar como la lengua más correcta, del mismo modo que es evidente que no se usa comúnmente, y no se puede garantizar que esto sea una ventaja o por el contrario un inconveniente.

Se puede sacar en claro en lo referido a una lengua estándar que no por ser la común y más generalizada, tiene un carácter impoluto y, ni mucho menos, deber ser obligada para todos los sujetos, puesto que la existencia de dialectos y otras variedades suministra un gran enriquecimiento para todos en general. El análisis y valoración de una lengua u otra debe hacerse desde el respeto y la objetividad.

Una duda que seguramente quede patente y todavía esté por resolver en esta argumentación, es la de quien o que considera que una lengua se dialogue o se transcriba de una determinada manera, y quien afirma que esa es la forma correcta y válida. Todo resulta opinable, y por consiguiente la aplicación de una norma lingüística no debe tomarse a la ligera y en gran medida depende de la aceptación social que tenga dicha ley. La norma es una realidad, y todos debemos ser conscientes de ella y aceptarla como tal, no es un hecho objetivo, pero con el tiempo adquirió un carácter determinado que la identifica y debe admitirse.

Como conclusión ante este manifiesto, se puede sacar en claro que a pesar de que una lengua tenga unos determinados ítems, resulta obvio que en el habla o la escritura cotidiana, tales normas son saltadas con relativa facilidad. Esto debe hacernos reflexionar y aprender a aprehender nuestra propia lengua que nos garantiza una riquísima variedad en todos los aspectos.

Quizá resulte muy complicado el crear una lengua perfecta, puesto que probablemente la perfección no exista, y mucho menos en esta cuestión, esto no significa que nos demos por vencidos en la lucha continua por mejorar nuestro ámbito lingüístico, pero sí que se hace necesario que aquello que ya está implantado y constituido como correcto, y por lo tanto, lo que caracteriza a una lengua bien empleada, sea utilizado por el total de los individuos con el fin de mantener una sociedad más sabía y educada.

José Luis Castillejo Morón

-Género y número gramaticales: Clasificación de los nombres por su género

Una de las formas más comunes de clasificar los sustantivos es a través del género. Se trata de una clasificación gramatical propia de los sustantivos. Existen dos posibilidades de clasificación de los nombres por su género: masculino y femenino, que sintácticamente se pueden definir de la siguiente manera:

Masculino: Pertenecen a este género aquellos sustantivos que exigen el artículo ÉL y la desinencia –O del adjetivo. Ejemplo: El chico, el cielo.

Femenino: Pertenecen a este género los sustantivos que exigen el artículo LA y de desinencia del adjetivo –A. Ejemplo: La niña, la puerta.

Pero esta no es la única forma en la que se organizan los sustantivos en cuanto a su género gramatical, existan una serie de casos especiales en los referido a esta clasificación, son los siguientes:

Nombres comunes en cuanto al género: Se caracterizan por disponer de una única forma para el masculino y el femenino. Ejemplo: El/la turista, el/la testigo.

El escritor —no lo puede evitar— siente una especial predilección y atracción por el turista pobre [...] [Camilo José Cela: Cajón de sastre]

Sin siquiera una idea articulable olió el peligro, se dijo que por más atrasada que estuviera la turista inglesa en su cena era necesario quedarse ahí [...] [Julio Cortázar: Territorios]



Nombres ambiguos: Son aquellos nombres que en nuestra lengua presentan dudas en cuanto a su verdadero género, aunque generalmente, suele existir predilección por uno u otro. Ejemplo: El calor, el calor. El azúcar, la azúcar.

*No deben confundirse los nombres ambiguos con los comunes en cuanto al género, debido a que estos últimos implican un cambio de realidad, mientras que los ambiguos, designan la misma materialidad sea masculino o femenino.

Nombres heterónimos: Son aquellos nombres que pese a su contenido semántico muy cercano, no comparten la misma raíz. Ejemplo: Toro, vaca. Hombre, mujer.

Nombres epicenos: Son aquellos sustantivos que poseen un único género gramatical, sea masculino o femenino. Por lo que no es posible que cambien de género para indicar una diferencia de sexo. Ejemplo: El hámster (masculino y femenino) Bebé (masculino y femenino).

Nombres masculinos y femeninos asociados a significados diferentes: Poseen una representación distinta según sean masculinos o femeninos pero mantienen una relación. Ejemplo: Leño/leña. Cerezo/cereza.

Nombres parónimos: Palabras muy parecidas en su pronunciación y escritura pero muy diferentes en cuanto a significado. Su relación es puro azar. Ejemplo: efecto y afecto. Absorber y absolver.

Bibliografía: Diccionario de la Real Academia Española (RAE), 22ª Edición, Ed.: Espasa, 2001.
Web: http://blog.lengua-e.com/2007/nombres-comunes-en-cuanto-al-genero/

José Luis Castillejo Morón

Ignacio Casado Chozas

Ayoze Álvarez Cartaya

Alejandro Diago González

miércoles, 4 de febrero de 2009

-Género y número gramaticales: El género gramatical

Dentro de la lengua castellana, encontramos varios elementos que distinguen a los nombres. Uno de ellos, el género gramatical, es uno de los estamentos que organizan nuestro vocabulario. Podemos clasificar, o denominar al género gramatical como un archivador, o mejor, un ente que organiza y dispone los nombres según su naturaleza lingüística. Estipulando una serie de grupos finitos con características comunes, el género gramatical se encargará de que dichos nombres ocupen el lugar adecuado dentro de esos grupos.

Los grupos de género y los géneros

Hay que dejar claro, que aunque los grupos de género son masculino, femenino, y en algunos casos neutros, la realidad física del nombre no tiene porque relacionar directamente el sexo biológico con el género gramatical. El género gramatical es, y solamente es, una propiedad lingüística de los idiomas. En nuestra lengua, el género juega su papel de hacer concordantes a un sustantivo con un adjetivo, por ejemplo, o al propio sustantivo con su artículo.

En la división, en nuestro idioma castellano, de géneros gramaticales, tenemos que hacer unas apreciaciones concretas en cuanto a los dos grandes grupos, el masculino y el femenino. En cuanto al género masculino, no solo engloba a palabras en masculino, como la palabra caballo, cuyo genero está fijado como masculino y cambiándole la terminación en -o por la terminación -a, no se obtendría una palabra con igual significado (se obtendría un vocablo aceptado por la R.A.E., como es caballa, pero su significado sería diferente), pero con otros términos ocurren cosas muy diferentes, como es el caso de la palabra soldado o contable, que pertenece al género masculino, pero sabemos que en un grupo de soldados o contables también pueden encontrarse mujeres, ya que su forma femenina singular es la misma, sin añadir ninguna terminación. Esto quiere decir, que el género masculino responde a la definición de ser inclusivo. Por el contrario, sabemos que entre las esquiadoras no hay ningún esquiador masculino. Es el género femenino por lo tanto, exclusivo.

¿Cómo se forman, cómo se clasifican las palabras en un grupo de género o en otro?

La respuesta a esa pregunta viene dada por los morfemas. Los morfemas son una unidad lingüística mínima cuyo significado modifica o completa el significado de los lexemas. Entre los morfemas de género encontramos el utilizado para las palabras en masculino: -o (aunque también para formar algunos masculinos no se utiliza el añadido de morfemas: conductor), solo uno y simple. En femenino, el morfema -a forma palabras como conductora, diputada o asistenta, la terminación -esa da lugar a princesa, duquesa o condesa; el sufijo -isa crea sustantivos como poetisa, -ina es el gérmen de palabras como heroína e -iz forma emperatriz o institutriz.